GRAMATINOTAS
+ Al final de títulos y subtítulos de libros, artículos, capítulos,
obras de arte no se escribe punto.
+ Se escriben con c los
verbos terminados en: ceder, cender y cibir: conceder, proceder, suceder, ascender, encender, trascender, percibir,
recibir
+ Cómo lleva tilde cuando es
adverbio interrogativo ¿cómo no llamaste ayer? También en usos exclamativos:
¡cómo molestas! ~ interjección ¡cómo! ¿ya llegaste?.
+ Dos vocales fuertes (a, e, o)
seguidas, siempre conforman hiato por lo que la separación silábica de algunas
palabras es: be-a-to e-ó-li-co pa-e-lla
pe-on-za.
+ Solo como adverbio (solo voy
por la mañana) o como adjetivo (siempre viaja solo) no lleva tilde. Norma de la
RAE en la más reciente edición de la Ortografía de la lengua española.
+ El uso culto del adverbio relativo de modo "como"
debe preferirse en
las expresiones de modo, forma, manera, método. Así es correcto: me gusta la
forma (manera) como cantas, ella me explicó la forma como quería el vestido. La
construcción en que se considera inapropiada.
+ Se escriben con “b” las palabras terminadas
en bilidad: posibilidad, visibilidad, habilidad, responsabilidad. Algunas
excepciones: civilidad,
movilidad, pasividad.
+ Curri, dandi, derbi, panti, penalti, sexi,
poni, son las
formas españolas apropiadas de sus correspondientes que terminan en "y" en la lengua
inglesa.
+ Aquí, ahí, allí, acá, allá, así, ahora,
entonces, ayer, hoy, mañana se consideran pronombres o adverbios demostrativos.
+ La abreviatura correcta en español es EE.UU. (Estados Unidos de América) La abreviatura USA (United States of America)
corresponde a la escritura en inglés.
+ Aunque "avalancha"
es voz aceptada por la RAE se debe preferir la forma "alud".
+ Se escriben con “b” aquellas palabras
terminadas en: bundo (furibundo); bunda
(vagabunda).
+ Gral. es la abreviatura correcta referida a un
grado militar. En otros usos escribamos gral.
+ No debemos usar demostrativos masculinos (este, ese, aquel) ante sustantivos
femeninos que empiezan por a
tónica. Escrituras correctas: esta aula, esa ardilla,
aquella aguja.
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
¿Graduando la mediocridad?
Recibimos
para impresión un folleto sobre un proceso industrial en el que detectamos protuberantes
faltas de Gramática y Ortografía. Al hacer la observación pertinente, nos
contestaron enviándonos el escrito original que había servido de base para el
material criticado. Y…¡oh sorpresa! era un trabajo de grado aprobado por una
universidad de la Costa Atlántica. Aguijoneados por la curiosidad que nos
produjo ese hallazgo conseguimos otros dos trabajos de grado presentados y
aprobados por universidades nacionales y con una mezcla de dolor y desconcierto
comprobamos la certeza de la sospecha que teníamos de que ni siquiera los
trabajos intelectuales con los que nuestros profesionales, de algunas
instituciones, están obteniendo sus títulos universitarios, están exentos de
ese uso anodino del idioma español que, peligrosamente, es ya costumbre en muchos
medios donde se trabaja con el conocimiento de las diferentes disciplinas.
Nos
afligió mucho comprobar la cantidad,
gravedad y variedad de errores gramaticales y ortográficos que contenían estos
trabajos académicos porque comprobamos con ello dos nocivas realidades que
deberían preocupar no solo a los directivos de las universidades donde se
menosprecia el uso culto del español, sino también, a las autoridades
educativas del orden nacional, supuestamente celosas guardianas de la calidad
educativa de todas las instituciones que ofrecen saberes y conocimiento.
La
primera de estas verdades es que hay gran cantidad de profesores de colegios y
universidades que, con espíritu facilista, privilegian el qué se dice frente al cómo se dice, en una actitud insensata
que la gran mayoría de jóvenes acoge y aplaude porque les hace más fácil la
consecución de buenas calificaciones y graduarse “con menos dificultades”.
La
otra realidad, que debe producirnos más inquietud, tiene que ver con el
desprecio con que muchos profesores de secundaria y algunos de universidad
miran las enseñanzas relativas al idioma español, pues las consideran como
áreas del conocimiento minusválidas, de menor categoría, indignas de mejor
destino. En este sentido, creemos que es válido y no exagerado suponer que esta
actitud es una cortina de humo que se produce, más que todo, para ocultar
vergonzosas ignorancias, precarios saberes o disimuladas y nocivas simplificaciones
de la responsabilidad pedagógica.
Todo
este panorama es la génesis de tanta medianía en muchísimos profesionales universitarios, diestros en
cálculos matemáticos, fórmulas químicas, hojas de cálculo, leyes físicas,
códigos e idiomas extranjeros pero iletrados a la hora de escribir y comunicar algo
más complejo que los trabajos de clase.
Por
fortuna, ya hay varias universidades (entre ellas la Icesi y Los Andes) que han
implementado acciones pedagógicas especiales y bien estructuradas tendientes a conseguir
que sus alumnos, de cualquier carrera, sean poseedores de particulares habilidades
y calidades en las comunicaciones escritas y ora-les. Es un valioso y
ejemplarizante esfuerzo que aplaudimos y agradecemos quienes amamos nuestra
lengua, y que merece ser imitado por otras universidades.
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